La "Invisible" zona rural de Caracas sin educación, salud ni alimentación

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Samantha tiene cinco años de edad pero mide y pesa lo mismo que una niña de tres años. Si no fuera porque recita el abecedario completo y comenzó a mudar sus dientes de leche, cualquiera pensaría que es menor.


Como muchos niños de El Caracol, en la zona rural de Turgua, en el municipio caraqueño de El Hatillo, Samantha está desnutrida. Hasta hace un año era poco lo que su familia podía suministrarle de alimentación debido a la complicada situación económica que atraviesa el país latinoamericano.

Pero en febrero de 2018 conoció al equipo de Acción Humanitaria por Venezuela, una organización no gubernamental que atiende exclusivamente zonas rurales y de alta criminalidad en el país, y que además dota de medicinas e insumos a centros de salud venezolanos.


“En las zonas rurales de Venezuela (…) las poblaciones son más vulnerables. No hay manera de tener agua que no sea producto de la lluvia. No hay manera de tener acceso a la recolección de basura, al servicio eléctrico (…) Si la situación está complicada en las ciudades o en las zonas urbanas, las zonas rurales se llevan la peor parte. Son totalmente invisibles”, explica Marisela Castillo, directora de la organización.

Turgua está ubicada en El Caracol, barrio dentro de la zona rural de El Hatillo, uno de los cinco municipios que componen Caracas, en el estado Miranda. Poco más de la mitad de El Hatillo (cerca del 52%) es zona rural. El sector restante del municipio es una zona urbana, incluso de clase alta.

Gracias al trabajo que ha llevado a cabo la organización en la comunidad, Samantha y otros 60 niños han tenido mejoras considerables.

Sin embargo, la salud de Samantha sigue comprometida: sufre de una afectación a través de la orina que la hace perder muchos de los nutrientes que obtiene y necesita.

La medicina que requiere para tratar esta enfermedad, como muchas otras, no se consigue en Venezuela. El grupo de Acción Humanitaria por Venezuela está buscando conseguirla a través de campañas fuera del país, para atenderla a ella y a otros niños de la comunidad que tienen el mismo problema o similares.

Y no es el único padecimiento común. Los voluntarios detectaron que buena parte de los niños tenían dificultad para leer. El año pasado llevaron a un optómetra para que los revisara y detectaron que al menos 20 de ellos necesitaban lentes.

Con esta información, el año pasado lograron conseguir los fondos necesarios.

 

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